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22 mayo, 2012

Se merecían una noche diferente, bajar la guardia, mezclarse con la gente. Desoxidar el corazón con ese lubricante viejo al que llaman amor. Pero sin luna, el cielo no tiene colores, debes pintarlos arañando sensaciones con esa leve confusión que nos convierte en inexpertos a la que llama pasión. Y van de la mano, no se atreven ni a soltarse ni a juntarse un poco más. Dos pieles acostumbradas a no buscarse y rozar. El camarero puso velas, sirvió el cava. Bajo la mesa un pié juguetón, "yo también me alegro de verte" le susurró al pantalón. Fueron al lavabo, jodieron como nunca incluso hicieron el amor. Sabe a nostalgia el orgasmo, llega la última estación. Te quiero tanto, susurraban las caricias. Es un adiós, sabían sus medias sonrisas. Interrumpieron la emoción con una carcajada cuándo el camarero les pilló. Esperaron al alba, recordaron el primer beso, escuchando su canción. "Ha sido un placer quererla"; "Lo mismo digo, señor". Se merecían una vida diferente, bajar la guardia, mezclarse con la gente. Desoxidar el corazón. Quién sabe, tal vez el destino los junte en otro vagón.

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